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Con todo para ser felices, sin embargo infelices

Justino y María eran la típica pareja que tomaban como referencia la idea de su felicidad en todo lo que no les acontecía. Justino se sabía un hombre que no era adultero, no era alcohólico, no era un golpeador, no se consideraba un mal padre, no era un mal proveedor, no era pobre. Por su parte María no era una floja para organizar su hogar, no era una mediocre que no supiera alentar a su hombre e hijos para dar lo mejor de sí, no era una mala cocinera, no era una mujer chismosa o conflictiva, no era derrochadora y no era fea. Sin embargo al llegar las noches, cada vez era más frecuente lo mucho que les dolía su vida matrimonial. Sin haber grandes razones para ser infelices, aun así  no podían entender la razón de su gran infelicidad.

En el transcurrir cotidiano de sus vidas y matrimonio, con facilidad peleaban por pequeñeces. Como ejemplo la gran discusión por tener que decidir qué película ir a ver al cine, lo que debió de ser motivo de alegría y convivencia, terminó en un hombre y una mujer que se insultaron a mas no poder el uno al otro. Todo se habló  en ese gran conflicto, como heridas y errores del pasado, reproches por exigencias que no se pueden cumplir, todo menos el discutir sabiamente la película que tenían que elegir.

Después de esa gran discusión una vez más en la mente y corazón de María, la aterradora palabra divorcio retumbaba como la única fuente de solución a su muy afligida vida. Lo que antes era impensable o cuestión de gran terror ahora parecía ser la única fuente de salvación antes de que terminara por destruirse todo.

Por su parte Justino al sentirse invadido por la ira, también hoy como nunca pensaba en la idea de que su aparente matrimonio perfecto, el mismo que no tenía grandes conflictos, ahora por los problemas pequeños estaba a punto de terminar.

Y como en muchas ocasiones al pasar la tormenta y tranquilizarse ambos, sin decirse nada el uno al otro, tan solo pensaban que le dirían a sus hijos y a los demás. ¿Cuál era realmente la causa de su divorcio? Pequeñeces como no poder llegar a un acuerdo para ir al cine. ¿A caso no es eso sinónimo de locura? Lo que ambos en ese momento ignoraban, como lo hace la mayoría, es que las pequeñeces de la vida, están sustentadas por cuestiones gigantescas de nuestra personalidad.

Qué es entonces lo que sostiene las principales causas de la infelicidad, aún y cuando no hay grandes faltas, sino solo pequeñeces. Qué es entonces lo que nos conduce a las principales aflicciones de la vida. Me refiero al  anclaje emocional al pasado, las ocupaciones en exceso, el ser tan monstruosamente exigente, el reprimir los sentimientos, no hacer valer nuestra palabra con los apropiados “sí” o “no”. ¿Qué es?

La respuesta es la inmadurez, la misma que a su vez esta sostenida por siete raíces que nos llevan a todos en medio de una vida que muchas veces tiene todo para ser felices, a ser sin embargo infelices.

Más eso te lo diré hasta la próxima semana.

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