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Controlan epilepsia con cirugía de mínima invasión

Por Israel Sánchez / reforma.com

 

Cd. de México.- Si es dramático ver a un adulto convulsionar, dice el neurocirujano Javier Terrazo Lluch, «más dramático es ver a un niño hacerlo».

Sobre todo, remarca, porque tales crisis, características de un padecimiento neurológico tan común como es la epilepsia -padecida por alrededor de 2 millones de mexicanos-, tienen un potencial importante de pérdida neuronal que resulta muy grave cuando se tiene en cuenta que el cerebro de los menores está en desarrollo.

«Entonces, un niño que convulsiona y que no podemos controlarlo, inmediatamente empezamos a ver que ese niño no adquiere las capacidades que debería de alcanzar de manera normal», advierte en entrevista telefónica Terrazo Lluch, especialista en neurocirugía del Centro Médico ABC.

«Y, entonces, estos niños tienen, aparte de las crisis, un retraso en el desarrollo: no caminan bien, no tienen un lenguaje adecuado, no aprenden bien, tienen muchos problemas en la escuela; a veces los sacan de las escuelas y los tienen en la casa. O sea, son verdaderamente dramas».

De ahí que luego de haber realizado exitosamente por primera vez en el País, junto con su colega Enrique de Font-Réaulx Rojas, un innovador procedimiento quirúrgico para diagnóstico y tratamiento de dicho padecimiento, los especialistas del Centro Especializado de Epilepsia del ABC intentaron repetir la hazaña con un menor el 19 de julio pasado.

«El segundo caso que operamos fue un niño de 12 años, el cual llegaba a tener hasta de 20 a 30 convulsiones al día. Esto era debido a que una parte de su cerebro no se había desarrollado de manera adecuada», relata Terrazo Lluch, agregando que la dificultad era que la zona epileptógena -donde se originan las crisis convulsivas- estaba cerca del área de la fuerza de la mano.

«Entonces, había un alto riesgo en este pequeño de que si tú ibas y quitabas esa lesión (en el cerebro), el niño saliera con pérdida de la fuerza de la mano del lado derecho».

Ante tal complejidad, el pequeño paciente fue candidato a una estereoelectroencefalografía (SEEG, por sus siglas en inglés), técnica que consiste en la implantación de múltiples microelectrodos en lo profundo del cerebro tanto para identificar con precisión la zona epileptógena como para inhabilitarla a través de una lesión por radiofrecuencia, sin necesidad de abrir la cabeza en una cirugía mayor.

Precisamente esto, una ablación en el punto que estaba ocasionando las convulsiones, es lo que los neurocirujanos realizaron al niño; «y con ello logramos impactar en las crisis. Las disminuimos en un 80 a 90 por ciento», destaca Terrazo Lluch.

«El niño, a las 24 horas de la ablación por radiofrecuencia, ya estaba en casa sin ni siquiera haberle hecho una cirugía abierta», reitera. «Entonces, la cirugía de epilepsia en niños sí es una opción, es una opción muy importante».

El procedimiento a detalle

Si bien la opción quirúrgica no es algo nuevo para los pacientes con epilepsia, la gran ventaja de la SEEG es que se trata de un procedimiento prácticamente no invasivo y que permite una recuperación más rápida.

Pero la clave para alcanzar con éxito tal resultado, expone el doctor Terrazo Lluch, está en la correcta elección de los candidatos y en toda la planeación que precede a la intervención como tal.

«Nosotros sabemos que escogiendo al paciente ideal, puedes tener una tasa de éxito de control de la enfermedad, o sea de curación, de un 70 hasta un 80 por ciento», resalta el neurocirujano. «Esto es un cambio totalmente de 360 grados en la calidad de vida del paciente».

En particular, explica, el candidato ideal es aquel paciente que está entre ese 20 a 30 por ciento que ya no responde adecuadamente al tratamiento farmacológico; es decir, aquellos con una farmacorresistencia que no les permite controlar las crisis convulsivas mediante medicamentos, como sí logran la gran mayoría.

«A este grupo les llamamos pacientes que tienen una epilepsia refractaria a tratamiento médico», indica Terrazo Lluch. «Y son precisamente estos pacientes los cuales son candidatos o podemos ofrecerles realizar una cirugía para la epilepsia».

Al llegar al Centro Especializado de Epilepsia del Centro Médico ABC, el único en México que lleva a cabo la SEEG, los candidatos son vistos por un grupo multidisciplinario y sometidos a estudios como la tomografía por emisión de positrones (FDG-PET), o por emisión de fotón único (SPECT).

Si a través de esto los expertos no logran identificar el sitio donde inician las crisis, entonces es cuando se recurre a la implantación de electrodos intracraneales, que permiten realizar registros tridimensionales y prolongados para analizar el circuito epileptogénico del paciente.

«Imagina alambres o cables del grosor de un cabello; vamos colocando varios con ayuda de un robot y de software de manera precisa, sin tener que hacer una cirugía abierta. Se pueden poner de 7 a 8 electrodos en incisiones de apenas 3 o 4 milímetros», detalla Terrazo Lluch sobre los pequeños insumos con los que por algunos días registran la actividad cerebral y obtienen información en el momento en que ocurren las convulsiones.

«Con estos mismos electrodos podemos estimular y ver exactamente dónde está (en el cerebro) el área motora y dónde el área de lenguaje. Y con toda esta información, al cabo de tres o cuatro días, nosotros sabemos dónde empiezan las crisis y qué tan cerca están de estas áreas funcionales importantes».

Superada toda esta fase diagnóstica, lo siguiente es el tratamiento. En otras palabras, y si el caso lo permite, la ablación; «lo que haces es una lesión por calor y, literalmente, inactivas esa zona».

«Son zonas pequeñas, de apenas unos 5 o 10 milímetros. Quedan totalmente sin función, y con eso esperas tú impactar en la epilepsia del paciente».

Y aunque la idea de corregir un problema al interior del cerebro a través de lesionar un área específica en el mismo pudiera parecer contradictoria, Terrazo Lluch precisa que, por ejemplo en el caso de los menores, una gran ventaja es la llamada plasticidad neuronal.

«Es la capacidad del cerebro de que, si una parte está afectada, otra parte del cerebro la suple. Gracias a esto, a esos niños cuando los operamos y logramos controlar sus crisis, inmediatamente la plasticidad neuronal hace que el cerebro se recupere rapidísimo; y todas esas capacidades que no pudieron adquirir las adquieren. Por eso la importancia de detectar a estos pequeños.

¿Hay un marco mínimo de edad para ser candidato a una SEEG?

No, la verdad es que no hay un límite, porque nuestra intención es identificarlos de una manera temprana para evitar precisamente este daño y que se puedan recuperar rápidamente. Entonces, sí es una opción para los pequeños.

¿Al alcance de todos?

Fue el pasado 20 de junio cuando los neurocirujanos Enrique de Font-Réaulx Rojas y Javier Terrazo Lluch llevaron a cabo el primer caso de estereoelectroencefalografía (SEEG) y ablación por radiofrecuencia en México.

Lo realizaron a un hombre adulto cuyo origen de las convulsiones era una extensa cicatriz en el cerebro, producto de un infarto.

«Logramos localizar el punto exacto, y con los mismos electrodos lo que hicimos fue una lesión por radiofrecuencia; lesionamos el lugar donde se iniciaban las crisis. Y con eso el paciente tuvo una mejoría casi al 100 por ciento de las crisis convulsivas», comparte Terrazo Lluch.

Hasta ahora han realizado este mismo procedimiento a cinco pacientes, y los próximos tres ya están programados.

A pregunta expresa de por qué no se había hecho esto antes en el País, el neurocirujano comenta que aunque en el sector público también hay hospitales ofreciendo la cirugía de epilepsia a los pacientes, dar el paso como tal a la SEEG no es sencillo.

«Para que nosotros podamos realizar este procedimiento lleva atrás el trabajo de mucha gente, empezando por una clínica que revise bien al paciente, que lo valore bien, que se discuta el caso y que se vea que (SEEG) sea la mejor opción para él.

«Entonces, tuvo que haber toda una reorganización de nuestra clínica y del programa de cirugía de epilepsia. Luego vino la parte de la obtención de los electrodos, que nos tardamos buscando los proveedores y todo, más el entrenamiento por nuestra parte», relata.

¿Tendría el Estado que hacer lo propio para dar esta alternativa a quien lo necesite?

Tal vez eso sea el siguiente objetivo que se tenga que establecer por parte del Gobierno para poder ofrecer esta técnica novedosa en los hospitales públicos. Pero sí, ya desde hace tiempo se ha estado realizando cirugía de epilepsia en varios hospitales públicos; no esta técnica en particular (SEEG), pero sí, se ha ofrecido tal opción.

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