Por AP News / ANITA SNOW
PHOENIX (AP) – Un grupo ambientalista solicitó el lunes al Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE. UU. que ayude a reintroducir al jaguar en el suroeste, donde deambuló durante cientos de miles de años antes de ser reducido a uno de los grandes felinos que se sabe que sobreviven en la región.
El jaguar macho, llamado Sombra, sombra en español, ha sido visto en el sur de Arizona varias veces desde que fue capturado por primera vez en una cámara de vida silvestre en las montañas Dos Cabezas en 2016, incluido un video de 2017 del Centro para la Diversidad Biológica. Se sabe que hay un puñado de jaguares que viven al otro lado de la frontera en el estado mexicano de Sonora.
El centro quiere que la agencia federal ayude a expandir el hábitat crítico para los jaguares en áreas remotas y lanzar una población experimental en el Bosque Nacional Gila de Nuevo México a lo largo de la frontera con Arizona.
“Han pasado más de 50 años desde que el jaguar se colocó en la lista de especies en peligro de extinción, no deberíamos enfrentar la perspectiva realista de que este único jaguar en Arizona será el último”, Michael J. Robinson, principal defensor de la conservación del Centro para la Diversidad Biológica, escribió a Martha Williams, directora del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE. UU., y a la secretaria del Interior, Deb Haaland.
“Esta podría ser una oportunidad increíble para restaurar una especie nativa que estuvo aquí durante cientos de miles de años y merece regresar”, dijo Robinson en una entrevista.
Los jaguares se extendieron por toda América del Norte antes de que fueran asesinados hasta el punto de extinción por sus impresionantes pieles manchadas y para proteger al ganado.
Robinson dijo que no hacer algo también podría afectar los esfuerzos para salvar a la menguante población de jaguares en México que necesita el tipo de diversidad genética posible a través del apareamiento con un nuevo grupo de grandes felinos en el norte.
Las poblaciones de jaguares en muchos lugares desde México hasta América del Sur también se están reduciendo. Están siendo reintroducidos en su rango histórico en Argentina a través de un programa en el que son criados en cautiverio y liberados.
El centro se encontraba entre los grupos ambientalistas involucrados en esfuerzos exitosos para iniciar la recuperación de la población de lobos grises que estuvo al borde de la extinción hace medio siglo.
Al igual que los jaguares, los lobos grises alguna vez habitaron la mayor parte de los EE. UU., pero fueron eliminados en la mayoría de los lugares en la década de 1930 bajo campañas de envenenamiento y captura patrocinadas por el gobierno.
Desde entonces, una población remanente en la región occidental de los Grandes Lagos se ha expandido a unos 4.400 lobos en Michigan, Minnesota y Wisconsin. Y más de 2000 lobos ocupan seis estados en el norte de las Montañas Rocosas y el noroeste del Pacífico.
La subespecie más rara de lobo gris en América del Norte, el lobo mexicano, fue catalogada como en peligro de extinción en la década de 1970 y se inició un programa de cría en cautiverio entre Estados Unidos y México con los siete lobos que existían en ese momento.
Los resultados de la última encuesta anual de lobos grises mexicanos publicados en marzo mostraron al menos 196 en estado salvaje en Nuevo México y Arizona, el sexto año consecutivo en que la población de lobos ha aumentado.
Robinson dijo que los esfuerzos para proteger al jaguar nunca disfrutaron del impulso de la campaña del lobo gris.
“La gente olvida o no sabe que el jaguar en realidad evolucionó en América del Norte, desde el Pacífico hasta el Atlántico, y luego se extendió hacia el sur”, dijo.
Las preocupaciones sobre el futuro del jaguar se mencionaron en una carta que el centro envió el 19 de octubre al gobernador de Arizona, Doug Ducey, dando a su administración un aviso de 60 días sobre su intención de presentar una demanda para detener la colocación continua de contenedores de envío a lo largo de los EE. UU. Frontera de México.
La carta dice que el Valle de San Rafael en el sureste de Arizona se encuentra entre los últimos corredores establecidos para jaguares y ocelotes entre los dos países.
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