Cada 3 de mayo, los obreros acostumbran colocar una cruz adornada, ya sea con flores naturales, o de papel, en la parte más alta de los edificios o casa en la que se encuentren trabajando.
Todos los que participan allí conviven con comida, bebida, música y en ocasiones, hasta cuetes.
De acuerdo a Ricardo Tena Núñez, investigador del Instituto Politécnico Nacional (IPN), la relación entre la celebración religiosa con los albañiles es el resultado del sincretismo entre la fe católica y la cultura prehispánica.
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