Son las cinco de la mañana, en la banqueta del exterior del edificio que alberga las instalaciones del Albergue de migrantes Divina Providencia (ubicado en la Calle Zaragoza entre 9 y 10), duermen algunas personas sobre el piso y otros más platican, después llega un vehículo de alquiler y desciende una familia compuesta por 4 adultos y dos menores de edad, con todo y maletas de equipaje.
En el interior de albergue hay personas que se encargan de mantener limpio el local y de preparar los alimentos. Trabajan en el área de cocina y comedor donde se respira limpieza, tranquilidad y un sabroso aroma a comida. Otros migrantes buscan hablar por teléfono o buscan un vaso con agua.
Casi a las seis de la mañana son más las personas que llegan al sitio, dos familias completas y varias mujeres que son residentes de esta frontera, acudieron porque les dijeron que ahí las podían ayudar. La mayoría de los ahí reunidos son hombres, todos esperan la llamada a desayunar.
El menú: huevos con verdura, frijoles, arroz blanco, cereal, leche y agua natural. La mesa está lista a las 7 de la mañana; llaman primero a las mujeres y niños para darles prioridad y los hombres después.
Antes, se realiza una ceremonia religiosa en las mismas instalaciones, en la que el celebrante pide por los migrantes y sus familias.
Cabe señalar que este albergue cuenta con el apoyo del los Ayuntamientos desde el 2007, en Acuerdo de Cabildo se aprobó cubrir gastos de la energía eléctrica, agua y gas, pero además empresarios ayudan con diferentes productos para la alimentación y los ciudadanos altruistas que prefieren el anonimato pero invariablemente llegan con mercancía.
ACTIVIDAD EXTRA
Grupo de Mujeres de Cáritas, cada 15 días, llegan a este lugar y distribuyen despensas a las personas que piden ayuda al albergue, regularmente a residentes de esta frontera y que se encuentran en situación crítica económicamente.
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