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Crimen en el Golfo no tiene ‘gobierno’

No, el Golfo ya no es lo mismo, ya no se vive igual, ya no se respira el mismo aire, el viento huele a desconfianza, a traición… a muerte.

Por siempre un poblado que vivió de la pesca y del desembarque de mariguana y cocaína, ahora vive en la ilegalidad con una lucha de poderes de grupos de mafiosos y con el problema de la veda de productos marinos permanentes, y el desempleo.

Además del desencanto de miles de hombres y mujeres que vivían de manera directa o indirecta de la captura del camarón, de la curvina, de la aguamala, y de otras especies permitidas.

Pero siempre bajo la amenaza de un fenómeno, de un monstruo de varias cabezas, un problema que ya se considera imparable: la drogadicción.

Gran parte del dinero que ganan o reciben como compensación los pescadores se van a las manos de los traficantes de drogas en la compra de cocaína, metanfetaminas, mariguana, heroína y ahora la llamada “chiva blanca”.

Todos conocen a los hombres que operan las “tienditas”, también a quienes, a bordo de sus autos, recorren las calles y callejones del poblado entregando sustancias a domicilio, y nadie hace nada, la capacidad de asombro se perdió.

Hoy en día la mayoría de los patrones de lanchas andan armados para demostrar su falso poderío, y no se esconden, la presumen y también las usan contra los más débiles.

 

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Hasta hace unos años, y a pesar de los problemas sociales y de salud, la comunidad estaba tranquila, cada quien hacia lo suyo de manera callada, incluso los narcotraficantes, quienes se confundían con sus buenas acciones entre la población.

La descomposición social inició cuando descubrieron que el traficar de manera ilegal con el buche de totoaba, era más redituable que desembarcar paquetes con mariguana y cocaína.

Surgieron más grupos de poder, los trabajadores de los jefes se independizaron y formaron sus imperios, quitando del camino a la gente que le estorbaba.

De manera directa o indirecta, toda la comunidad pesquera recibía parte de los millones de dólares que se pagaban por las toneladas de buche de totoaba que se vendían para el mercado asiático.

Ante esto callaban y se hacían de la vista gorda, nadie veía nada, nadie sabía nada y nadie decía nada.

La carne de la totoaba también se comercializaba, al fin y al cabo, era un pescado más, hasta que las autoridades federales prendieron los focos rojos, tomaron acciones, pero eso solo detuvo la comercialización de los filetes de carne.

Los pescadores continuaron con su despiadada acción, solo que ahora arrojaban los cadáveres de la totoaba al mar, solo sacaban los buches, producto que recibió el nombre de “Cocaína del Mar”.

Pero en ese entonces el poblado estaba en aparente calma, pues había dividendos para todos y para todas las autoridades, pero no era motivo de casualidad, era por la presencia de un hombre que tenía el control.

 

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Los problemas serios iniciaron tras la muerte de Samuel Gallardo, alias “El Samy” o “El Grande”, bien que mal este hombre mantenía la calma entre las bandas de narcos y traficantes, no solo de drogas, sino del buche de totoaba.

Al paso de los años llegó la decadencia, el pleito por el poder, los abusos, los robos de mercancía, y lo peor, la desaparición forzada de varios residentes, cuyos huesos han de estar bajo la candente arena en las inmediaciones del poblado.

La ola de muerte de manera directa e indirecta que se presenta en el Golfo, inició con la desaparición de varios residentes, quienes simplemente se esfumaron.

Esto se agudizó en el mes de junio de 2018, cuando se dejó de ver en el poblado a un hombre apodado “El Charro”, no se le tomó mucha importancia, pues así se desaparecía por meses, pero siempre volvía.

Pero los días últimos del mes de agosto y primeros de septiembre, tras una tormenta de aire, una mano se asomó sobre la arena, una mano que dio pie a localizar el resto de la osamenta.

Los restos fueron identificados como de quien en vida llevara el nombre de Carlos Arturo Santana Díaz, mejor conocido como “El Charro”.

Al mismo tiempo, las autoridades dieron a conocer sobre la existencia de un video donde se ve a dos o tres personas golpeando a “El Charro” y cuestionándole sobre un robo en la casa de cierta persona.

Se les pasó la mano en la calentada y tras matarlo, fueron a enterrarlo a un arroyo que está cerca del faro del Machorro, la grabación pudiera involucrar a más residentes del poblado pesquero, es decir, a otras personas que participaron de manera directa e indirecta, incluyendo al autor intelectual, pero el asunto quedó en la impunidad.

A la ola violenta le sigue la desaparición de El Mayin, hechos ocurridos un martes 11 de septiembre, cuando los vecinos denunciaron ante la policía que el cuarto que habitaba el desaparecido se encontraba manchado de sangre en el piso y las paredes, también en la puerta de acceso y en el patio.

Desde ese día nada se sabe sobre el paradero de Mario Rodríguez Arredondo, de 42 años de edad, quien fue en su momento uno de los brazos derechos de Samuel Gallardo.

 

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La pesca furtiva también ha cobrado varias víctimas de manera directa o indirecta, pues basta con recordar lo que pasó el día sábado 20 de octubre, cuando un helicóptero de la Secretaría de Marina se estrelló en el mar.

Uno de los tripulantes se hundió junto con el aparato, cuyo piloto estaba realizando arriesgadas maniobras disuasivas, en contra de pescadores furtivos. En ese accidente falleció el teniente de Semar, Juan Mateo Cabrera.

Aun no salía el cadáver del uniformado a la superficie, cuando dos hermanos, uno menor de edad, fueron asesinados en alta mar y sus cadáveres quemados junto con la embarcación, esto ocurrió el lunes 22 de octubre

Las victimas son Omar Josué Mendoza Fierro, de tan solo 14 años, y Jesús Ramón Fierro Armenta, de 21, cuyos cuerpos se hundieron junto con los restos de la nave marina que lleva por nombre “Candy”.

De acuerdo con la versión de las autoridades, los hechos fueron reportados a las 18:45 horas, cuando luego de ver una humareda, varios hombres se acercaron en lanchas para investigar qué es lo que estaba pasado.

Al llegar vieron la embarcación completamente en llamas y luego de sofocar el fuego de manera parcial, pudieron ver los dos cuerpos calcinados.

En este caso hubo testigos y hasta detenidos, pero sin denuncias formales el caso apunta a que quedara impune como los otros.

La racha de muertos relacionados con la pesca furtiva y los cotos de poder siguió en las primeras horas del jueves, cuando en un choque murió Carlos Morales, de 59 años de edad, alias “El Carlingas”, quien viajaba como detenido en un vehículo brindado de la Policía Federal, división Gendarmería.

Este hombre junto con otros cuatro, entre ellos el presunto homicida de los dos hermanos pescadores, fueron detenidos la noche del miércoles en la playa, en posesión de una pistola calibre 9 milímetros.

El convoy iba llegando a la PGR a las 2:00 de la mañana cuando el conductor del vehículo militar se pasó el semáforo en rojo y fue impactado por un auto civil.

 

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Se concluye este relato con algo tan cierto que escribió un residente del poblado pesquero, agobiado por las acciones de inseguridad que parecen no tener fin.

“Es muy triste todo lo que está pasando en nuestro pueblo, en el lugar donde crecimos, donde se podía presumir que todos nos conocíamos y que, cuando había un problema fuerte, no importaba si estábamos mal, simplemente nos ayudábamos, siempre tratándonos de darnos la mano unos a los otros.

“Hace días se presumía que habían salvado muchas vidas en el accidente que les ocurrió a los marinos!!!!, que porque todos son hermanos dentro del mar!!!!, y no pasa ni la semana cuando unas personas del mismo pueblo le arrebatan la vida a dos jóvenes en el mismo lugar, en el mar!!.. y de qué manera tan horrible!!!!.

“Que confuso es todo esto, en verdad me duele ver en lo que se ha convertido nuestro pueblo, un pueblo sin ley, que ahora cualquiera se siente digno de portar un arma y acabar con la vida de otra persona, sin importar el dolor tan grande que dejan a las familias, da tristeza ver a tantos jóvenes metidos en las drogas, verlos como se creen poderosos por portar un arma, da tristeza ver como pagan justos por pecadores, pero da más tristeza ver en lo que se ha convertido Nuestro Querido Golfo”, finaliza el texto compartido en redes sociales.

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