Por: Raúl Berumen
Defender su dignidad como mujer y luchar contra todo un aparato de gobierno, sin duda ha cimbrado al gobierno de Santos González Yescas.
En la década reciente, en México hemos visto un creciente movimiento feminista que en no pocas ocasiones, no hemos sido capaces de entender, pero si mucho de señalar cuando grupos feministas se han manifestado contra la violencia de género, rompiendo paredes, muros, quebrando cristales o rayando monumentos.
Nos hemos preocupado más por los daños en edificios que por los feminicidios en México, que, por la violencia contra las mujeres, por las víctimas de abuso sexual, por violencia de género, por las muertas.
Desde que Rebecca Ching de León denunció el caso de abuso del que fue víctima, no solo encontró la apatía del alcalde Santos González, sino también la complicidad de él y de todo el aparato de gobierno que se ha empeñado en armar toda una estrategia para marginarla, por eso el único camino que le quedó a la regidora fue levantar la voz para exigir justicia, romper con lo establecido.
Y aunque la regidora no ha salido a las calles a protestar, ni ha hecho performances, ni cristalazos y pintas de monumentos sanluisinos, tampoco ha tomado el edificio del Ayuntamiento para exigir la expulsión de sus compañeros funcionarios acosadores y violentadores, si ha logrado cimbrar al gobierno municipal.
Rebecca Ching ha logrado visibilizar la violencia de género en el mapa local y estatal, ha exhibido al alcalde, a su hijo y a los funcionarios violentadores, a los que dan rosqueteras frente a su casa, a los que se burlan de ella en las redes sociales, a los que usan perfiles falsos para seguir ofendiéndola.
Hoy tenemos en Santos González Yescas, un presidente municipal diluido, sin credibilidad, que representa la misoginia y el machismo, la decadencia. Ya nadie le cree, menos después de que todos vimos el video donde no solo aceptaba la embestida orquestada desde las entrañas del Palacio Municipal contra la regidora, sino que también señalaba a su hijo como el artífice y responsable.
Pero es una verdadera pena, que las muestras de apoyo a Rebecca Ching vengan de fuera, de mujeres como las diputadas Salma Luévano y Rosa Elena Trujillo, y la secretaria de Sedesson, Wendy Briseño. ¿Dónde están las regidoras sanluisinas? ¿Qué están esperando? ¿A quién le tienen miedo?
*El autor es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y director del portal de noticias VOCES.
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