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Los dos López

Guadalupe Loaeza
 
Una de las características sobresalientes de la 4T es mentir. Lo hemos corroborado una infinidad de ocasiones con el presidente López Obrador, con «la candidata de las mentiras» -como llamara Xóchitl Gálvez a Claudia Sheinbaum en el segundo debate- y ahora más que nunca con Hugo López-Gatell, ex subsecretario de Salud. Ya sabíamos que ocultaba la realidad acerca de los muertos durante la pandemia del Covid-19, lo que no sabíamos era la magnitud de la mentira.
 
Gracias al Informe de la Comisión Independiente de expertos encabezada por el doctor Jaime Sepúlveda, sabemos no solo de la pésima gestión del gobierno de López Obrador, sino también que cerca de 300 mil muertes pudieron haberse evitado, como dice el «Templo Mayor» de nuestro periódico, «de no haber sido porque Hugo López-Gatell privilegió la obediencia por encima de la ciencia, porque se minimizó la gravedad del problema, porque no se promovió el uso de cubrebocas, porque no se acondicionó debidamente los hospitales, porque el gobierno de la Ciudad de México repartió Ivermectina, porque se hizo creer que una estampita milagrosa lograba frenar al virus».
 
Recuerdo con mucha rabia al «subsecretario de la mentira», Hugo López-Gatell, minimizando la importancia del uso del cubrebocas, todo para estar en la misma frecuencia absurda de López Obrador, quien afirmaba que no valía la pena usarlo, que esto tenía que ser voluntario, tal como lo dijo después de haber contraído la enfermedad y tras una convalecencia de 14 días: «Como ya lo padecí ya no contagio», afirmaba con toda su ignorancia. «México no es autoritario, es un país libre, en donde cada uno tiene que asumir su responsabilidad». El colmo del absurdo. Esta actitud era comentada en muchos medios de todo el mundo. «Es un mensaje tóxico», decían los periodistas, el mismo que emitían Donald Trump y Jair Bolsonaro.
 
Por su parte, estaba la postura del «subsecretario de la mentira», López-Gatell. «Recordarán el dilema falso inducido respecto al cubrebocas (…) la idea del cubrebocas se convirtió en el instrumento con el que las personas egoístas y los grupos sociales egoístas trataban de echarle la culpa a los demás», declaró en un foro de la Feria Internacional del Libro en el Zócalo. Hay que decir que desde que se registró el primer caso en nuestro país, el 28 de febrero del 2020, argumentaba que el cubrebocas tenía «una pobre utilidad». Un año después, en plena contingencia, volvió a decir lo mismo: «No digo que no sirva. Lo que digo es: sirve para lo que sirve y no sirve para lo que desafortunadamente no sirve». Cómo es posible que un epidemiólogo de la prestigiosa Universidad de Johns Hopkins hubiera declarado semejante estupidez. No hay que olvidar que llegó a decir que la fuerza de López Obrador era moral y no de contagio.
 
Afortunadamente el informe de la Comisión -conformada por los especialistas Sergio Aguayo, Mariana Campos, Enrique Cárdenas, José Ramón Cossío, Tonatiuh Guillén, Antonio Lazcano, María Elena Medina-Mora, entre otros- lo desenmascaró y lo mostró tal como es, un lambiscón de López Obrador. A López-Gatell lo que le importa es el «hueso», quedar bien con la 4T y, lo más importante en estos momentos, que lo incluyan en el equipo de la «candidata de las mentiras». Qué irresponsabilidad, qué falta de ética y qué patético. El informe revela también que México es la nación con el «mayor número de niños que quedaron huérfanos en la pandemia, con 215 mil». Por si fuera poco, nuestro país es el triste poseedor del primer lugar en el número de decesos del personal de salud, con 5,800 fallecidos, el doble de los de Estados Unidos.
 
Como son igual de mentirosos (y por joder a los del Informe), ayer López salió en defensa del otro López. El segundo regresó, después de haber intentado convertirse en candidato para la Jefatura de Gobierno de la CDMX, con un súper sueldo (bruto) de 181,276 pesos al mes por el cargo de coordinador general de Política y Gobierno en la Oficina de la Presidencia de la República.
 
No hay duda, Hugo López-Gatell, además de mentiroso, «grillo» y barbero, es un advenedizo de profesión. Cómo tenerle confianza a alguien que está tan desprestigiado, ya vimos que en Morena no se le aceptó como candidato para diputado ni para senador. El único que le tendió la mano fue su tocayo de apellido, el otro López, en el fondo se parecen.
 
Por todo lo anterior, salgamos a votar el 2 de junio.

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