Ocaso

Por: Raúl Berumen

Para el director de orquesta y musicólogo español, Jordi Savall, estamos viviendo una época muy difícil para los proyectos culturales, porque se confunde el éxito de masas con el éxito cultural, ya que no se puede competir desde la cultura con los éxitos comerciales.

En un sentido similar, el escritor José María Lassalle, señala que debemos alejarnos de lo cuantitativo como identificador del éxito cultural, porque eso contribuye a extender la idea de que la cultura aceptable es la cultura de masas.

El Festival Tierra Sonora desde su primera edición ha sido un espacio de encuentro para la diversidad de expresiones artísticas y culturales, con énfasis en brindar un espacio a las étnicas sonorenses, pero en las ediciones 2021 y 2022, el arte y la cultura han sido relegadas por propuestas de consumo, por lo light, privilegiando solo el espectáculo y la cerveza.

Por eso, no debemos olvidar que, en sus primeras ediciones, el Festival Tierra Sonora ya nos había demostrado su grandeza: los murales pintados por artistas locales y que podemos apreciar en distintos puntos de la zona centro, son la mejor muestra, son parte de la herencia cultural que nos ha dejado. Y de qué decir de los diferentes foros que han dado espacio a jóvenes artistas sanluisinos, grupos locales musicales o de danza, escritores y poetas, artistas plásticos.

Tierra Sonora, ha sido un festival innovador e incluyente desde su primera edición, un festival que nos ha enamorado como sanluisinos amantes de las artes y la cultura, lamentablemente pareciera que en la edición 2022 solo será un foro para promover propaganda política y borracheras particulares.

Porque quien hoy encabeza la organización del festival, en su ego, confunde los temas culturales con éxito de masas, si, seguramente será la edición más concurrida, con más visitantes, eso no está en duda, pero menospreciando el término cultura para privilegiar la popularidad masiva, el entretenimiento y las borracheras.

Hoy Tierra Sonora no es un festival cultural, es una feria popular, banal y superficial como sus organizadores amantes de las cantinas disfrazadas de “festivales”.

Atrás quedaron las inolvidables noches de conciertos con Eugenia León, Fernando de la Mora, Lila Downs, Natalia Lafourcade, la Orquesta Sinfónica de Sonora, Ximena Sariñana, Ale Zeguer y la Big Band Jazz de México, para dar paso a Mi Banda El Mexicano, ya nomás faltó agregar al cobijero.

*El autor es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y director del portal de noticias VOCES