Mientras la agrupación Artículo 19 había presentado un informe en la que detallaba que México es el país más peligroso para ejercer el periodismo, con 12 asesinatos de reporteros en el primer semestre del 2022, por otro lado el presidente Andrés Manuel López Obrador volvía a arremeter contra los periodistas críticos a su gobierno.
Incluso un día antes del atentado a Ciro Gómez Leyva, el presidente señaló que leer a Ciro, a Krauze y a Aguilar Camín, causaba daños a la salud, si se les escuchaba mucho hasta podría salir un tumor en el cerebro.
Durante cuatro años, López Obrador ha utilizado sus “mañaneras” para impulsar su discurso como tema nacional, pero también para descalificar a todo quien se atreva a cuestionarlo, sean empresarios, políticos y partidos de oposición, asociaciones civiles, colectivos, pero principalmente contra periodistas críticos.
A todos descalifica, utilizando un lenguaje violento que al final resulta muy peligroso para la vida pública del país, sus palabras dividen a los mexicanos, y además, resulta riesgoso ya que cualquier fanático seguidor del presidente podría tomar las armas por su propia mano. No, el presidente no ordena matar pero su violencia verbal podría desencadenar la violencia física.
El ataque contra Ciro Gómez Leyva debería de recordarnos que en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador se han registrado 34 asesinatos de periodistas, incluido nuestro amigo Juanito Arjón aquí en San Luis Río Colorado.
México y Sonora son lugares peligrosos para ejercer el periodismo, para criticar y señalar a los gobernantes corruptos como Santos González Yescas, un alcalde que promueve la violencia contra la mujer y protege a los violentadores.
Un alcalde corrupto que odia la transparencia y que alienta a algunos de sus funcionarios groseros y vulgares a agredir en redes sociales a reporteros que lo cuestionan, que lo llaman a rendir cuentas.
Pero esas palabras de odio son riesgosas, no deberíamos olvidar que en el primer trienio del mismo Santos González, un fanático seguidor del presidente municipal, se atrevió a amenazar al periodista Gerardo Torres, reclamándole por las críticas que realizaba al alcalde, insinuándole que traía un arma bajo la ropa.
Y mientras a Ciro lo salvó el blindaje de la camioneta, los otros 34 reporteros asesinados en el actual sexenio, no tuvieron la misma suerte frente a la violencia verbal que se traduce en balas de muerte.
*El autor es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y director del portal de noticias VOCES.
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