Tiene razón el ex presidente del desaparecido IFE, Luis Carlos Ugalde, la gestión de Enrique Peña Nieto se resume en el resultado electoral del pasado 1 de julio.
Así de sencillo…
Más allá del discurso alentador y los indicadores macroeconómicos, el juicio popular nos habla de un fracaso rotundo de un sexenio del que se esperaba muchísimo más.
Si bien, las reformas estructurales sientan bases importantes para generaciones venideras, la corrupción, la delincuencia, la impunidad y el aumento de la pobreza terminaron por inclinar la balanza.
Los casos Ayotzinapa, Casa Blanca, Odebrecht; los gobernadores “preciosos”… Son ejemplos contundentes de la forma en que la corrupción carcomió la práctica de gobierno y la manera en que la impunidad se convirtió en su ‘modus vivendi’.
Asimismo, los más de 110 mil homicidios y las más de 11 mil desapariciones en lo que va del sexenio nos hablan de una lucha fallida contra la delincuencia, especialmente contra los cárteles de la droga.
Pero quizás, lo que más determina la percepción de la gente hacia la administración peñanietista es el tema de la economía. No la del entorno macroeconómico, con la cual nos pueden decir “misa”, sino la que se refleja en el bolsillo del ciudadano de a pie.
Cifras de Coneval (el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social) refieren que en 2012, al término del sexenio del panista Felipe Calderón, el país tenía 7.2 millones de personas en pobreza extrema (aquellas a las que sus ingresos no les alcanzan para obtener ni siquiera una canasta básica), mientras que para 2016 ya había 8.6 millones de mexicanos en esa condición de vulnerabilidad, lo que significa un aumento de 0.8 por ciento.
Aunado a los “gasolinazos” y otras medidas económicas que golpean con fuerza a la clase media del país, la calificación reprobatoria hacia el gobierno de EPN no debe resultar una sorpresa, sino simplemente un ejercicio básico de causa y efecto.
RETO
Y así como Luis Carlos Ugalde tiene razón en sus apreciaciones, el líder del grupo parlamentario de Movimiento Ciudadano en el Senado de la República también tiene la suya en lo que respecta a los triste-célebres ‘gasolinazos’.
El sábado, durante su primera intervención en tribuna, retó a Andrés Manuel López Obrador a echar abajo el precio de los combustibles.
Y de no realizarlo, sentenció el legislador plurinominal, será la primera traición que le haga a las dos Cámaras del Congreso.
¿Qué tal…? Está bueno el reto, ¿no? ¿Lo afrontará? Hagan sus apuestas que esto apenas empieza.
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