Por: Psic. Jesús Alfredo López
Si a ti, como adulto, te pregunto: Qué tan importante es para ti la estabilidad económica, tu desarrollo profesional, tus relaciones familiares, tu vida matrimonial, tu autoestima, tu reconocimiento social o tu vida sexual, ¿qué me dirías?
Lo más probable es que afirmarías la importancia de todas estas cosas.
Es entonces crucial el entender que así es o aún más importante para los niños, el juego.
Parte esencial para su desarrollo, aprendizaje y preparación para en verdad cimentar en ellos la capacidad de alcanzar la felicidad.
Hay tantas perspectivas para explicar el porqué de una sociedad que cada vez se colapsa con mayor fuerza y que con tristeza ve para las nuevas generaciones un mundo con mayor carencia de valores y mucho más violento.
La desintegración familiar se pretende parar a través de programas político-sociales, cuando en definitiva todo se desprende de la familia.
El hecho de que los niños cada vez juegan menos, es una causa de futuros hombres y mujeres que estarán menos preparados para ser parte de la sociedad.
Es fundamental que la carencia de juego en los niños lleva, en cuanto a cubrir sus necesidades emocionales, físicas e intelectuales, a un abandono. Esto a su vez desencadena poco a poco una gran falta de preparación que la vida le exigirá y al no estar listos llegan los grandes colapsos emocionales.
Quizás tú eres de las personas que se jactan de su generación de niños y niñas que se forjó un carácter en un mundo con mucha más humanidad, en donde todos los vecinos se conocían y todos salían libremente a jugar a las calles.
Aún en medio de esa felicidad, provenimos la mayoría de hogares donde en muchos sentidos predominó el abandono, la diferencia fue ese contacto real con la vida y el mundo mismo, en el cual existía mucho juego. Este factor cubrió por si solo la preparación emocional, social e intelectual que muchos no recibimos en casa.
Una gran mentira recurrente para muchos padres es el creer que el videojuego toma parte en cubrir las necesidades de nuestros hijos. Aunque ciertamente manejado con muchos limites, el videojuego sí puede ser una fuente de estimulación, en primer lugar como el nombre mismo lo indica, el video va por delante antes que el juego. Esa sola palabra, “video”, indica todo un universo en el cual a través del video los niños no necesitan correr, socializar, respetar o enfrentarse a frustraciones reales que exigirán lo mejor de él. Todo esto ante la preparación que la vida le exigirá en un mundo real.
Como seres humanos, todos tenemos una estructura para ser seguidores de pasiones, esta es la misma capacidad que nos ha llevado a conquistar los aires, el espacio, la velocidad, etcétera.
El gran problema del niño que no juega es el hecho de tener que llenar esta necesidad con una pasión incorrecta, ante el vacío emocional que siente.
Quién diría en esos momentos cuando esos niños al llegar a ser adolescentes o adultos, se han convertido en las personas más amargas, violentas, resentidas o incluso en unos criminales, en gran parte esto originado por niños que no se les enseñó o incluso se les obligó a jugar.
No importa que el inicio del juego sea en carácter obligado, llegado el momento los niños juegan ante una conducta aprendida que es causa de mucho gozo.
Ante esta gran verdad, el niño que crece y se desarrolla jugando, aprende a pasar de una etapa a otra con la esencia de formación que deja el juego en socialización, tolerancia a la frustración, creatividad, independencia, etcétera.
La labor de cada padre es observar si sus hijos verdaderamente juegan, ya que quien lo haga lleva en el carácter una herramienta que le servirá para sobresalir en una vida y en un mundo cada vez más violento y competitivo.
El autor es Licenciado en Psicología. Consultorio: Av. Revolución entre calles 38 y 40. Teléfono: 653 (12) 1 7161.
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