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Comprando amor

Una madre desesperada, al ver que todos los esfuerzos de su esposo por llevar dinero a casa, eran por él mismo saboteados al ser un alcohólico, decidió una mañana no preocuparse más y tan solo por esa noche, tendrían una cena en Acción de Gracias al lado de sus cuatro hijos.

Antes de ir a hacer las compras para esa especial cena, le ordenó a tres de sus hijos que limpiaran la humilde casa isleña donde vivían. El cuarto y menor hijo, la acompañaría a realizar las compras.

Ya una vez en el centro comercial, ésta desesperada mujer buscaba cómo hacer rendir su limitado presupuesto, pues deseaba brindarle a su familia y esposo un motivo y ejemplo para agradecerle a Dios, por todas las oportunidades que tenían día a día en medio de su pobreza. Era un gran anhelo que su esposo fuera libre de esa brutal enfermedad.

Y como es natural, solo ella entendía plenamente esta situación.

Ante esto, lo más difícil no resultaba ser la limitada economía, ya que su pequeño hijo no paraba de insistir en pedir juguetes costosos a cada momento. Cansada de escucharlo, esta madre le expresó: Te daré una moneda diaria, ahorrarás y cuando hayas juntado lo suficiente, tú mismo te comprarás lo que desees. El niño, asombrado, quedó desconsolado al no recibir inmediatamente lo que quería. Por su parte, está madre sabía que al decirle no por ese juguete, a cambio le brindaba paciencia y responsabilidad. Ante el enojo de recibir esa respuesta, el pequeño después de unos minutos siguió insistiendo. Quizás de esta manera la lograría convencer. A lo que la madre tomándole del brazo le dijo que llegando a casa su comportamiento tendría consecuencias. Nuevamente  mostrándole un no, a cambio le brindó disciplina. Viéndole la madre que su hijo soportaba el llanto, le respondió: Hasta para llorar hay que ser valiente, llora, no tienes por qué ahogar tu llanto. Ante la voz suave, él pensó que su madre por fin accedería, pero observó que en definitiva todo en ella era un no. Mas ella sabía que al dejarlo llorar le brindaba humildad para saber reconocer y expresar su dolor.

Justo antes de dejar el  mercado, su madre le sorprendió al mostrarle un balón de futbol. Esto sí te compraré, le comentó entusiasmada. Además de ser barato, podrás compartirlo con tus hermanos.

Él, enfadado, le dijo que no lo quería. No había nada de especial en esa bola de plástico.

A lo que ella le exigió tomarlo y que dijera gracias. Aunque lo estaba forzando, ella sabía que le brindaba gratitud y sobre todo, respeto a su autoridad.

De regreso a casa, pararon a descansar en un bello parque, a lo que la madre le dijo: juguemos un poco, hijo, con tu nuevo balón.

Después de unos minutos de estar jugando, una rica mujer al lado de su hijo se le acercó pidiendo jugar con ellos. Era demasiado raro que una mujer tan elegante quisiera jugar futbol.

Después de media hora de juego y estando todos exhaustos, el pequeño que inicialmente no quería ese balón, anotó el último y decisivo gol.

Abrazándose de su madre, le externó: Madre, somos el mejor equipo del mundo y de todas las mamás, tú eres la mejor.

Atrás habían quedado las rabietas, el llanto y los desplantes de desilusión.

En medio de que esta mujer estuvo a punto de acceder a los caprichos de su hijo, en su sabiduría maternal siempre comprendió que en su “no”, se aseguraría de brindarle amor.

Alegre pensaba que esta experiencia tan sencilla, sería parte de una gran plática durante la cena de esa noche.

La otra mujer, de apariencia burguesa, al hablarle le interrumpió sus pensamientos: Le agradezco el que nos haya permitido jugar, señora. Creo que nuestros dos hijos y nosotras como madres, nos hemos divertido a lo lindo. Mi hijo, quien tiene todos los juguetes del mundo, no sabe lo que es verdaderamente jugar. Mucho menos lo que es apreciar la humildad, creo que hoy, al ver su ejemplo, yo mismo la he recibido.

Antes de despedirse, esta mujer, además de felicitar también al pequeño, le externó que inscribiría a su hijo a una escuela de futbol. Tú deberías hacer lo mismo, pequeño, en verdad que eres talentoso. ¿Por qué no? ¿Puedo, mamá? Claro que sí hijo, eso sí es bueno de verdad, le contestó.

Y ¿cómo te llamas?, le preguntaron a este pequeño.

Mi nombre es Cristiano, Cristiano Ronaldo, y algún día seré un profesional para ayudar a mi mamá.

Actualmente El portugués Cristiano Ronaldo, ha sido considerado por la web estadounidense «athletes gone good» como el deportista de elite más solidario del mundo, mientras que el brasileño Neymar Jr. ocupa el quinto lugar.

En el estudio de la web especializada divulgado por la Federación Portuguesa de Fútbol (FPF), Ronaldo, astro del Real Madrid, encabezó las causas solidarias, entre las que se destaca por la donación de más de 83 mil dólares para una operación de cerebro para un pequeño de 10 años.

El capitán de la selección portuguesa, que se crió en un modesto entorno en un barrio de Funchal (Madeira), donó además más de 165 mil dólares para un centro de tratamiento contra el cáncer con sede en Portugal que trató en el 2008 a su madre, Dolores Aveiro, aquejada entonces de un cáncer de mama.

«Ronaldo ha usado también su fama como un portavoz de calado mundial para varias causas benéficas, entre ellas para erradicar el hambre infantil, la obesidad y la biodiversidad», comentó la web «athletes gone good» («atletas que lo hacen bien»).

 

*El autor es Licenciad en Psicología. Consultorio: Av. Revolución entre calles 39 y 40. Teléfono: 653 (12) 1 7161.

 

 

 

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